Capítulo#7
Al llegar al nuevo hospital no solo nosotros sabíamos de este cambio, Josecito también lo percibió, mostraba mucha curiosidad mirando a su alrededor y descubriendo cada detalle. Mi esposa me comentaba que cuando lo fue amamantar se notaba su mirada alrededor del nuevo lugar de la terapia intermedia, era tal la distracción que Desireé empezó a decirle bebé ya viste que estamos en un nuevo sitio, pero bebé no te distraigas debes comer y tener muchas fuerzas para la operación. Le decía que papá y mamá lo habian traido a ese hospital con mucha fe y esperanza de vida que nos habían indicado los médicos.
Al ingresar nos hicieron muchas preguntas para armar la historia del expediente, sobre que tipo de enfermedades habían en nosotros y en la familia. Una de las preguntas fue, ¿A su esposa le hicieron ecorcadiograma fetal durante el embarazo? y la respuesta fue, no. Y bueno… llega el regaño de ¿por qué no?, y simplemente nuestra respuesta fue, es que no nos refirieron a un materno fetal. Recórdanos el tema de las omiisones de los médicos.
Luego de todo el trámite administrativo y preguntas, se empiezan los estudios preoperatorios para Josecito, de nuevo pinchazos para nuestro bebé para toma de muestras de sangre, que eran esenciales previo a entrar a quirófano y para afrontar una cirugía tan delicada. Confiando en que todo iba a esta bien.
El 1 de junio de 2022, a tan solo doce días de vida, Baby José . fue sometido a una cirugía de corazón abierto en el Instituto Nacional de Cardiología en la Ciudad de México. Era una intervención altamente compleja: el objetivo era reconectar las cuatro venas pulmonares que estaban drenando mal y lograr que funcionaran como un sistema unificado hacia la aurícula izquierda, como debía haber ocurrido naturalmente.
Desde la noche anterior, todo estaba listo, mi esposa pudo amamantar a Josecito a las 12 de la noche y pudo hablar con él para decirle lo que iba a suceder el día siguiente, teniendo entre ceja y ceja que eso era una decisión que habíamos tomado como papás y con toda nuestra esperanza para que nuestro hijo viviera mucho más tiempo con nosotros y de que Diosito estaba con él, que lo había enviado a este mundo para lograr un propósito y que lo iba a ayudar. La última toma de leche materna fue a las 6 a.m. —mi esposa se la había extraído con amor para mi hijo, como lo hacía cada tres horas desde su nacimiento. Se suman héroes anónimos a esta historia, los donantes voluntarios que llegaron al hospital a las 4:50 a.m., bajo la lluvia, para aportar la sangre que podría salvarle la vida. Todo esto fue organizado con la gran ayuda de la madrina de nuestro bebé , Carolina, once personas. once ángeles. Por toda nuestra vida estaremos agradecidos con ellos y les enviamos bendiciones donde estén.

Ese día, la palabra «espera» tomó un significado nuevo. Fueron horas interminables. Recuerdo que nuestro bebé pasó frente a nosotros estábamos en la sala de espera de hospitalización, es una sala en un piso diferente a dónse se ubican los quirófanos, lo que nos indicaba que ya había llegado el momento del ingreso al salón de cirugia, por supuesto nos sumamos a su lado, en el recorrido de pasillos y los ascesonsores, baby Jose frente a nosotros con su mirada atenta, ojos brillantes, entrenido con un chupón de color azul bebé, nosotros diciéndoles palabras bonitas y de aliento, bebé todo va a esta bien, Diosito está contigo, Jose Antonio te amamos, acá vamos a estar contigo mi amor. Finalmente llegamos hasta el área donde se nos permitía estar, y allí ya rumbo al quirófano, Josecito paso vivaz, se le veía muy confiado, fuerte nadie poda pensar que ese bebé como me comento el cirujano seria el paciente con el caso más delicado de todo este hospital,

Esta sala sin tiempo, con el corazón detenido. A las 3:00 p.m. ingresó a quirófano. así pasaron las horas mas eternas, mucha angustia y la ansiedad se apodero de nosotros, en la sala estábamos la madrina de josecito, Carolina, papá y mamá solamente, se hicieron eternas las horas, rezábamos el rosario. En esa sala habían solo familiares con pacientes en operación, se cruzaban las miradas, se veía la angustia, es en esos momentos donde caes en cuenta lo frágil que podemos ser como ser humano, que no tenemos el control de todo, que toca confiar y esperar. Piensas que tener un corazón sano es un milagro, es una bendición, que quisieras arrancarte tu corazón y dárselo a tu ser querido y más aún si se trata de tu hijo, lo que más amas en el mundo y apenas empézabamos a conocer. Es en esos momentos, cuando la mente te quiere jugar en contra, por eso es mejor escuchar a tu corazón y no a la razón. Aferrarte a la fe. Todos allí teniamos un anhelo que las operaciones fueran exitosas para nuestros seres queridos y eso hizo que nos sumáramos con otras familias a rezar, la solidaridad en esos momentos te acerca a otras historias y te humaniza.
Los amigos y familiares atentos de todo, preguntando cómo íbamos y yo con ninguna actualización para compartir. Yo caminaba de un lado a otro, mordiéndome mis dedos, por otro lado, mi esposa subía las piernas porque las tenía muy inflamadas, nadie se movia de la sala, ni para tomar agua o ir al baño, no tuvimos noticias hasta pasadas las 7:35 p.m., el cirujano salió finalmente a darnos noticias, él nos llamó para pasar al otro lado de esa puerta que separaba la entrada a quirofanos, nosotros con un miedo a que nos diria, él nos miró con seriedad… y luego dijo: “Fue muy difícil, pero… lo logré.” Esa frase aún resuena en nuestras almas. El milagro parecía posible. Sentimos que ese día, nuestro hijo volvió a nacer. Sintiendo un gran alivio en nuestro pecho, buscando volver a respirar con normalidad y agradecidos con Dios de habernos ayudado a superar ese gran paso. Compartiendo las noticia con quienes nos quieren estaban muy pendientes de Josecito, nuestro hijo empeza a darnos enseñanzas con su Valentía.
Nos explicó que logró reconectar tres de las cuatro venas. La supracardíaca, por su posición, no pudo ser manipulada sin comprometer el resto del procedimiento. El tórax de nuestro hijo quedaría abierto, como medida para evitar presión excesiva sobre el corazón recién operado. Nos advirtió que las siguientes 48 horas serían críticas. Podía presentarse cualquier complicación. Cada minuto contaba.
Yo me quede en el hospital como familiar de guardia en el área de urgencias, mientras mi esposa, aún convaleciente por la cesárea, intentaba descansar en casa. Pero en realidad, no dormimos. Solo rezábamos. Recuerdo que yo caminé de un lado a otro toda la noche, había una pequeña capilla, allí entraba cada vez que podia a rezar, cerrar los ojos, tranquilizarme y sentir un poco de paz. No hubo llamadas durante la madrugada, y en ese lugar aprendimos que «sin noticias, son buenas noticias». A la mañana siguiente, todo seguía estable. Esa fue otra palabra que cobraba sentido, estar estable, ante un paciente tan delicado, el estar estable ya era ganar.
Ver a nuestro hijo por primera vez después de la operación fue un golpe fortisimo al alma. Su pequeño cuerpo estaba lleno de cables, sondas, drenajes, asistencia de ventilador respiratorio al 100%, y cinco bombas de infusión entregando medicamentos vitales. Estaba sedado, entubado,inmóvil. Pero estaba vivo. Y eso bastaba para seguir creyendo.
Considero que es necesario describirles como es una unidad de cuidados intensivos neonatal de cardiopatias, tomando como referencia en la que se encontraba nuestro hijo, solo habian 7 pacientes, que podían ser bebés, niños o preadolescentes. Es un lugar que para antes de entrar te decian que es de una hora la visita, siempre y cuando no se presentaran complicaciones en ese momento, te llamaban por el apellido del paciente, si al momento de que anuncien los nombres no está el de su familiar , te acercas y preguntas el por que no fue mencionado, usualmente es porque el paciente le están haciendo algun procedimiento de urgencia, el otro motivo es porque el paciente fue dado de alta a otra sala la de cuidados intenrmedios, que esto era lo que todo papá queria escuchar y la última es que el paciente se complico y ….bueno esta es la razón mas dura de todas. Sumamos otra palabra con sentido, procedimiento, que puede ser algo trivial en el día a día, pero no en una terapia intensiva.
Antes de entrar, debes hacerte un lavado de manos y brazos completo, haciendo especial incapie en las manos y uñas, luego de secarte, te colocas una bata que cubre todos los brazos, así como guantes, gorro y cubrebocas. De allí te mueves a otra área del pasillo para colocarte en una fila y entrar en el mismo orden con que fuimos llamados. El sitio tiene una sala previa antes de entrar, osea debes empujar una puerta entras a esa sala previa y despues otra puerta que es la que te da acceso, una vez que entras es como si estuvieras en una sala de urgencias, los médicos caminan de un lado para otro, enfermeras hacen lo mismo, tu te acercas a la cama de tu hijo y al menos ese primer dia fue así, habian 2 enfermeras, una colocando alguna dosis en una de las bombas de infusion, otra chequeando el ventilador, las máquinas con pitidos que te dejaban desconcertado, el jefe de la sala que habian tres para cada turno estaba presente. Una vez que empieza la hora de visita se te acerca el jefe de sala o médico a cargo del paciente a dar informes, como es un sitio de alta complejidad por el tipo de pacientes, siempre empezaba diciendo buen dia, su hijo esta delicado pero estable, algo que aún no me hacia sentido porque las dos palabras no son sinónimas, luego te decía que pasos a seguir y si tenias que firmar algun concentimiento, aqui no habia diplomacia, todo era muy crudo, pero al momento de describir este momento nuestro Angel habia resistido la operación, sin ningun tipo de hemorragias que era lo mas importante en ese momento, yo solo pude estar treinta minutos, la visita empezó tarde y eran muy puntuales para decirte ya es hora que se retire, solo pude decirle a mi hijo estoy orgulloso de ti, te amo, vamos bien mi amor, ahora en la tarde viene tu mamá a verte.
Día tras día, se hacían ajustes. El número de bombas bajaba. Las alarmas sonaban menos. Algunos monitores marcaban «off», signo de que ciertos medicamentos ya no eran necesarios. El cirujano nos dice el dia sábado que era muy probable que le cerran el pecho a nuestro hijo el dia lunes, ya que habia mejorado notablemente. Lo que nos daba una señal de que todo iba bien o en sintonía con los casos promedios, ya que nos habian dicho que cierre del pechito podía ser en 5 días si todo evolucionaba bien.
Y asi fue el dia lunes 6 de junio planificó la operacipon, nosotros desde muy temprano estuvimos en el hospital, para acompañar a nuestro hijo, cuando habian excepciones cómo esta podíamos estar los dos padres presentes en la sala de espera. Ese dia no pude ver a josecito a la hora de la visita porque la operación seria justo a esa hora de las 11 am, pero como todo siempre habian imprevistos, la misma se postergo, nuestro hijo paso por delante de nosotros a las 2 pm, estábamos muy nerviosos, una cirugia siempre conlleva riesgos.
Aunque fue una intervención «menor», no estuvo el cirujano principal, algo que no me gustó para nada, sino un equipo de médicos residentes. La operación duró más tiempo de lo previsto. Lo único que pedíamos a Dios en ese momento, era que por favor no impovisaran con nuestro hijo, que hicieran todo bien. Cuando nos dijeron que “todo había salido bien”, sentímos un pequeño alivio… hasta que vimos que había pasado de cinco a doce bombas de infusión. El esfuerzo por adaptarse al cierre del tórax era inmenso para su pequeño cuerpo. Los doctores nos dijeron que el proceso de adaptacion seria complicado, que todo lo que venía era lo esperado, segun ellos, pasarían de estar delicado, critico pero estable, esas palabras resuenan en mi cabeza aún.
Y sin embargo, José Antonio seguía luchando con una fuerza que inspiraba a todos. Día a día, resistía. Superaba pronósticos. Bajaban dosis, apagaban bombas. Los médicos incluso hablaron de extubarlo. Nos preparábamos para verlo despertar, para sostenerlo, para pensar en el alta médica. Sentíamos que lo peor había pasado. Estábamos tan cerca… pero la batalla aún no había terminado. Lo sabíamos. Pero también sabíamos que nuestro hijo era un guerrero. Y que mientras él luchara, nosotros no dejaríamos de creer. Comenzábamos a vivir un día a la vez, aferrados a la fe, a la esperanza y pidiendo a Dios que usara a los médicos como instrumentos de él para sanar a nuestro hijo.

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